A 24 AÑOS DE LA MUERTE DE CARLOS MONZÓN.
En la zona del Paraje Los Cerrillos, a pocos kilómetros al norte de Santa Rosa de Calchines, en el departamento Garay de nuestra provincia, la ruta provincial N° 1 Teófilo Madrejón presenta una muy larga recta que, el domingo 8 de enero de 1995, no tenía pintadas las clásicas líneas blancas demarcatorias de las banquinas -muchas de ellas descalzadas, es decir, con una diferencia de altura entre el asfalto y la tierra-, ni el andarivel que separa a ambos carriles de la misma.
En el kilómetro 51, el Renault 19 gris que Carlos Monzón conducía a casi 140 km/h realizó una maniobra inexplicable, ya que primero se desvió hacia la izquierda (sobre la mano contraria) y, luego, hacia la derecha, por el carril en el que transitaba en dirección norte-sur, ya que se dirigía a nuestra ciudad para regresar a la cárcel de Las Flores, donde gozaba de un régimen especial de salidas.
Tras morder la banquina con su rueda delantera derecha, el vehículo voló, dio casi siete tumbos, sobrepasó un zanjón de casi dos metros de ancho, arrancó de cuajo un ceibo y, recién a unos 35 metros de la ruta, detuvo su descontrolada marcha.
Por el devastador impacto, Carlos murió en el acto -hecho del que hoy se cumplen 23 años- y, en estas trágicas circunstancias, cerca de las 17.50, la Provincia Invencible de Santa Fe perdió al mejor deportista de su historia. Monzón tenía 52 años, cinco meses y un día.
Fue sepultado al día siguiente en el cementerio municipal de nuestra ciudad y, a la hora de su adiós, casi 60.000 dolidos santafesinos -tanto pobres como ricos- despidieron en un mar de lágrimas a quien tantas alegrías les dio.