RELATO DE UNA PASIÓN: EL CLÁSICO SANCARLINO.
Nacidos de un pueblo colono
Hace más de 150 años, más precisamente en 1858, se fundó una de las colonias más importantes del Departamento Las Colonias: San Carlos.
Eran épocas donde se empezaban a construir los cimientos de esta Nación. Varios inmigrantes vinieron desde Europa a “hacer la América”; en San Carlos los esperaba un vasto caudal de tierra para ser habitado y trabajado. Con esfuerzo y sacrificio, aquellos hombres provenientes de Suiza, Italia y otros lugares hicieron crecer a la Colonia, que con el tiempo se dividió en tres: Norte, Sur y Centro.
En San Carlos Centro nacieron las dos instituciones deportivas que motivan este relato: el Club Atlético Argentino en 1917 y el Club Central San Carlos en 1926.
El Club Atlético Argentino se fundó el 12 de enero de 1917. El equipo de fútbol viste los colores de la bandera patria: celeste y blanco. Hoy tiene su estadio, el 12 de Enero, en la entrada norte del pueblo. En tiempos pasados, sin embargo, la cancha estuvo ubicada sobre las calles 9 de Julio y Moreno.
El “Tino” participó de la Liga Esperancina de Fútbol desde 1935 hasta 1946, y desde 1948 hasta la década del ’60. A partir de entonces, su equipo comenzó a competir en la Liga Santafesina de Fútbol, donde salió campeón en nueve oportunidades.
El Club Central San Carlos se fundó el 14 de agosto de 1926. El Sabalero, como le dicen, tiene los mismos colores que Colón de Santa Fe: rojo y negro. Su estadio de fútbol está ubicado sobre las calles Lorenzo Novero y 25 de Mayo. Desde el 2006 lleva el nombre de “Rogelio Fedele”, histórico dirigente de la institución.
Central participó de la Liga Esperancina de Fútbol en 1934, 1947 y desde 1949 hasta la fecha, con algunas interrupciones. En total, el Sabalero gritó campeón liguista en diez ocasiones. En la década del ’60 el equipo jugó algunas temporadas en la Liga Santafesina de Fútbol, más precisamente en 1961, 1964, 1965 y 1966.
Durante las décadas del ’40 y el ’60, Argentino y Central se vieron las caras en varias ocasiones, primero en la Liga Esperancina y después en la Liga Santafesina. Fue tiempo suficiente para forjar una rivalidad futbolística sin igual. En algún momento de la historia, los caminos de ambos clubes se separaron y nunca se volvieron a cruzar… hasta ahora.
Aquellos clásicos en blanco y negro
Los registros de aquellos tiempos son bastante difusos. Si bien es sabido que Argentino arrancó en la Liga Esperancina, no hay mucha información acerca del paso de Central por la Liga Santafesina. Todo indica que el último clásico, según está documentado, se habría jugado en septiembre de 1966 y se habría impuesto Central, por el campeonato de la Liga Santafesina de Fútbol. Pasaron más de 52 años de aquel compromiso.
Según las estadísticas, el primer clásico sancarlino en esa liga fue en 1949 con triunfo de Argentino por 2-1 en la cancha de Central. En el encuentro de vuelta, jugado en la última fecha de la zona, empataron 1-1 en la vieja cancha de Argentino. Entre los otros equipos rivales estaban Santa Clara Football Club, Atlético Franck, Cervecería de San Carlos Sud, Unión Progresista de San Carlos Sud e Independiente Las Tunas.
Para aquellos que lo vivieron, los clásicos que se jugaron en la Liga Esperancina eran completamente atractivos. “Eran tremendamente atractivos, quizás tanto o más que ahora. Los clubes traían mucha gente de Santa Fe y armaban muy buenos equipos”, comenta Edgar “Pochi” Odasso, arquero de Central durante la década del ’50. “Los clásicos eran más fuertes porque la Liga era fuerte. En Esperanza tenías a Sportivo Norte, “los caras negras”, que toda la vida los bancó Gonella. Era difícil que vayas a Esperanza y te traigas un punto de vuelta, porque encima que jugaban bien, te cagaban a palos y el referí dejaba seguir”, aporta José Scotta, jugador y DT campeón con Central de la Esperancina en 1993.
En 1959 los dos equipos sancarlinos finalizaron empatados en el primer lugar de la zona, por lo que debieron ir a un desempate. Allí, Central festejó tanto en la ida como en la vuelta: 4-1 como local y 1-0 como visitante. “El último partido que jugué en Central fue cuando salimos campeones de la Liga Esperancina en el ’59. Creo que jugamos tres clásicos prácticamente al hilo. Veníamos como cinco puntos detrás de Argentino y faltaban tres o cuatro partidos. Ellos pierden en Esperanza, empatan en San Carlos Sud y en el último minuto del clásico, cuando ya eran campeones, hacemos el gol y nos ponemos iguales. Ahí jugamos el desempate y ganamos nosotros”, recuerda Edgar Odasso.
Durante la década del ’50, Central se cansó de ganar títulos. Para muchos, eso intensificó la grieta entre los dos clubes de la ciudad. Ya no sólo se hablaba de lo futbolístico, sino también de las clases sociales de la época: ricos versus pobres. “En la Liga Esperancina había un karma, Central salió campeón cinco veces y Argentino no. Eran épocas donde se marcaban como dos niveles de personas; generalizando un poco: los pobres salían campeones y los ricos no. Eso era algo que provocaba”, comenta José Scotta al respecto.
Muchos futbolistas de Unión y Colón de Santa Fe, sin lugar allí, venían para San Carlos. Eso permitió que tanto Central como Argentino armen equipos de mucha categoría. Así lo recuerda Odasso: “Central en estos tiempos era mucho más chico que Argentino. De golpe, el club hace una rifa tremenda, empieza a traer gente de afuera y arma cuadrazos. Argentino también tenía buenos equipos, traía mucha gente de Santa Fe”. Jorge Vuagnoux, jugador de Argentino en la década del 60’, dice al respecto: “En mi adolescencia e incluso en mi niñez vivimos épocas en que Argentino tenía un solo jugador de San Carlos en el equipo, el Tuly Dall’Asta, y los demás eran todos de Santa Fe”. Por su parte, José Scotta agrega: “Venían de Santa Clara, de Sa Pereira, de todos lados a ver el partido, porque el clásico había generado tanta efervescencia que se ocupaban los dos clubes de traer a los mejores jugadores que había a mano para traer. Por ejemplo, un tipo que había jugado en Unión o en Colón en la B de AFA de aquella época, desechado, que tenía 28/29 años, venía a jugar a San Carlos. Era difícil de superar la calidad que tenían los clubes”.
Había tan buenos futbolistas en tierras sancarlinas, que varios de ellos eran citados para representar a la Selección de la Liga Santafesina de Fútbol. Por caso, estaban Edgar Odasso, Genaro Mellit, Enrique Olmedo, Humberto Yost y Gaspar Lagrutta en Central; y Osvaldo Sartori, Reynaldo Lencina y Bruno Tedeschi en Argentino, entre otros. “Teníamos un colectivo especial, que le decían “el chumbito”, con eso nos recorríamos todo. Íbamos a jugar a Rafaela, a varias partes. Antes estaba la costumbre de hacer torneos en las fiestas de los pueblos. Se juntaban a veces catorce, quince equipos”, rememora Humberto “el Panza” Yost, otro de los futbolistas de Central en las épocas del clásico.
Una rivalidad llevada al extremo
La pasión de los sancarlinos por su clásico era abismal. Los hinchas llenaban la cancha todos los fines de semana y viajaban en multitud para ver a su equipo como visitante. Cuando llegaba el momento del clásico, en las tribunas no cabía un alfiler. Nadie se quería perder ese partido. Hasta venían de localidades vecinas a presenciar el espectáculo. “Las canchas rebalsaban de gente tanto en Argentino como en Central”, recuerda Vuagnoux. “La gente siempre llenaba la cancha”, agrega Yost, algo similar a lo que comenta Enzo “Taza” Martinelli, capitán de Central en la década del ’60: “Había mucha gente. En los clásicos siempre estaba lleno”. José Scotta intenta graficarlo: “Me acuerdo de viajar a Santo Domingo con mi papá y con mi tío, por caminos de tierra, e iban a ver el partido como 300 personas. Cierro los ojos, trato de memorizar y en un clásico yo veo a mil personas”. Edgar Odasso también recuerda aquellos días: “La hinchada de Central era una locura, todos los domingos la cancha estaba llena. Me acuerdo que el “Nida” Gullino tenía una rueda de bicicleta con una bocina que ponía arriba de la tribuna y le daba rosca. Lo que pasaba es que en aquel tiempo no había otra cosa prácticamente más que fútbol, lo único que le quedaba a la gente los domingos era ir a la cancha”.
El clásico se vivía dentro de la cancha, pero por sobre todas las cosas se vivía fuera de ella, en las tribunas y en el día a día. Antes y después de cada partido se dividían las familias y se ponía tregua a ciertas amistades. Algunos llevaban la rivalidad a límites que hoy parecen absurdos, al punto de no pisar la cancha del otro club ni pasar por enfrente. “Por ahí no se hablaban entre hermanos porque uno era hincha de Central y el otro de Argentino, o por ahí un tipo se casaba con una mina que la familia era de Argentino y no se hablaba con el suegro. Era fuerte. Yo tuve un amigo de toda la vida, Edel Colla, fallecido hace poco, con quien teníamos como norma no tocar el tema. Podíamos hablar de Colón y de Unión, ya que él era muy hincha de Unión y yo de Colón, y estaba todo bien. Pero nunca jamás tocamos el tema de Central y Argentino, porque era una cosa que calaba fuerte”, remarca Scotta. “A partir del lunes antes del clásico, San Carlos era una locura. Se dividía mucho. Se peleaban entre hermanos, familias enteras. Era demasiado el encono que había entre un equipo y otro”, agrega Odasso. “Había gente de Central que no pasaba delante de la casa de otro tipo porque era de Argentino. Había mucha bronca. Y había gente de ellos que hacía lo mismo. El problema lo hacía la hinchada y la gente más grande, de 50, 60 años”, aporta Enzo Martinelli. “Me acuerdo de clásicos donde veía a hermanos en distintas tribunas insultarse a brazo partido. No sé si era lindo, pero había efervescencia. Se hablaba un montón de tiempo adentro y un montón después. Todas las cargadas eran cara a cara, porque no había redes sociales ni nada”, explica Scotta.
Con los años, el clásico sancarlino quedó sepultado bajo los recuerdos de esas viejas disputas, rivalidades y enfrentamientos. Pero los jugadores de la época, verdaderos protagonistas de la historia, resaltan el respeto que había entre ellos dentro y fuera del verde césped. “Se jugaba fuerte, pero sin mala intención. Nos conocíamos todos. A la noche o al otro día charlábamos de vuelta, entre nosotros no había problemas”, dice Martinelli. “Había muchachos que fuera de la cancha eran amigos. Tipos de Argentino como “Miclig” Dall’Asta, un tipo más bueno que ‘Lassie’, también José Morel o el “Negro” Donadio, tipos tranquilos adentro y afuera de la cancha”, comenta Scotta. “Tengo relación con gente de Central, después de tantos años. Acá uno es conocido con todos”, menciona Vuagnoux. “Con los que hemos jugado en contra, nos encontramos y charlamos: ‘Che, ¿te acordás ese partido, te acordás ese gol, te acordás de esto, de aquello?’. No es para hacerse tanta historia, es un partido de fútbol y nada más”, cierra Odasso.
Nos volveremos a ver
El año pasado Central salió campeón de la Liga Esperancina de Fútbol después de 16 años, tras vencer a Argentino de Franck en la final. Unos días más tarde, Argentino se quedó con el campeonato de la Liga Santafesina de Fútbol en San Justo. Esos títulos les permitieron a ambas instituciones participar de la actual edición de la Copa Santa Fe.
El Tino eliminó a Colón de San Justo (1-1 de visitante y 2-0 de local) y luego a Independiente de Santo Tomé (2-1 de local y 0-0 de visitante), rivales conocidos de la Liga Santafesina. El Sabalero, por su parte, primero dejó en el camino a Argentino de Franck (3-1 de visitante y 4-0 de local) y más tarde a Central Helvecia, de la Liga Paivense de Fútbol (6-0 de local y 2-1 de visitante). Ahora el destino los vuelve a cruzar, cara a cara y por los puntos.
Este enfrentamiento entre Argentino y Central quedará en la historia, pero también es una buena oportunidad para que los sancarlinos demuestren que se puede jugar su clásico en paz, sin los viejos rencores del pasado. “Si te toca ganar, festejás, lógicamente. Y si te toca perder, bueno, perdiste. Te tocó perder. Mientras me ganen con buenas armas, yo no tengo ningún problema”, dice Vuagnoux. “A la gente joven yo les diría que se tranquilicen porque es nada más que un partido de fútbol. Me parece que va a ser bastante picante el asunto”, advierte el “Pochi” Odasso. “No soy tan pasional para ver fútbol, pero me parece lindo que pase. Me gustaría que el clásico no sea desapasionado, pero tampoco muy apasionado, que todo el mundo se mantenga dentro de los límites”, agrega Scotta. “Yo quisiera que vuelvan los clásicos, es muy importante para la ciudad”, comenta Yost, y el “Panza” Martinelli se suma a ese deseo, aunque con algo de resignación: “Sería muy importante que se jueguen los clásicos otra vez, pero no creo que pase. De uno y otro lado hay gente que quiere y gente que no. Lo más práctico es cuando toca así, por obligación y porque te toca jugar por un torneo. Central está muy cómodo en la Liga Esperancina y Argentino en la Liga Santafesina, no creo que se vayan a mover de ahí”. Scotta cierra con un anhelo personal: “Ojalá que todos los veranos, como alguna vez intentamos con mi amigo Rubén Bonino pero no pudimos llevar a cabo, se haga una especie de Copa de Verano. Que se juegue un partido en cada cancha, para beneficio de los clubes, y así generar cosas para las Divisiones Inferiores”. Hoy parece lejano, pero el choque por Copa Santa Fe puede ser una bisagra en la historia del clásico sancarlino.
El equipo que clasifique jugará en 8vos de final ni más ni menos que ante Colón de Santa Fe, de la Primera División del fútbol argentino.
Pero el clásico es el clásico.