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"EL PODER PERSIGUE LA TRISTEZA Y LA DESMORALIZACIÓN DE LOS LUCHADORES".

Uno es un experto jurista, fue canciller, subsecretario de Justicia y síndico general de la Nación, maneja como pocos las tramas de la Justicia argentina y, en su rol de avezado escritor, también conoce al dedillo cómo funciona la prensa. El otro domina como nadie la historia de las luchas agrarias argentinas, que en buena medida es la lucha nacional y popular, pues la historia del país y su destino se define alrededor de quiénes son los dueños de la riqueza y de la tierra.

Rafael Bielsa y Pedro Peretti unieron fuerzas para escribir un libro que encontró inmediata respuesta del público, al punto de que lleva tres ediciones en solo cuarenta y cinco días. En diálogo con este suplemento, ambos expusieron su visión fuertemente crítica del macrismo y centraron sus dardos sobre el que definen como el gran problema argentino, el latifundio.

—¿Cómo surgió Lawfare?

— Peretti: Yo tenía mucho material de la guerra judicial y mediática que se hizo a partir del Grito de Alcorta. Toda la difamación y persecución contra el diputado socialista Juan B. Justo, y los líderes del movimiento agrario popular, Francisco y Pascual Netri, y Francisco Capdevila. Se lo di a Mempo (Giardinelli) y también a Rafael, pero resultó que Rafael pudo hacer un aporte específico en cuanto al tema judicial, y por el valor de su escritura, pudo transformar mi aporte histórico en un ensayo político, ya que por su experiencia de gestión pudo agregar consecuencias en el desarrollo del proceso de Lawfare argentino, sobre todo de los últimos treinta años.

—¿Qué elementos novedosos tiene el Lawfare reciente?

— Bielsa: Bueno, a los tres elementos históricos, de base, con que se desarrolla una guerra judicial y mediática, que son la campaña infamante a través de la prensa aliada al poder concentrado, la Justicia persecutoria subordinada al mismo poder y el uso de militantes pagos como verdaderos sicarios de escraches, se agrega ahora un cuarto elemento, muy peligroso, el más amenazante hoy para la democracia, que son los servicios de inteligencia, sin control del Estado y con enormes sumas de dinero para financiar campañas de desprestigio. Eso fue patente en los casos Nisman o D’Alesio. Pensemos en los propios funcionarios del oficialismo, del gobierno de Macri, el caso del presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz, espiado por su propio gobierno, al que se le monta una página web falsa, de donde salen miles de WhatsApp y tuits, de miles de trolls, afirmando que posee setenta y siete cuentas off shore. No soy defensor de Rosenkrantz, analizo el funcionamiento del Lawfare, cuando usted va a la matriz de la noticia, no tienen ningún respaldo, ni siquiera los datos bancarios o los países o destinos. Y estamos hablando de un alto funcionario del mismo gobierno que empleó el lLawfare. Imagínese lo que hicieron con la ex presidenta Cristina Fernández. Dos años las fotos de una excavadora removiendo toda la Patagonia. Rafecas, siendo aún juez federal, es tildado como “el nuevo Procurador K de la Nación”, o citando al nuevo titular de la OA (Félix Croux), como “el fiscal K”. El mismo medio jamás dijo que Bonadio era un juez M (macrista) o que Stornelli fuera un fiscal M. O mucho menos, las infamias contra el líder sindical Roberto Baradel mientras no se abría la paritaria nacional docente

—Peretti: “La que se llevó Netri…” decía en su época La Prensa. Es lo mismo

.—¿Y qué fue lo primero que te cautivó, Rafael, del material que te mandó Pedro?

—Bielsa: Me cautivaron fuerte dos cosas: la historia personal de Francisco Netri, un prohombre, un italiano formado con los mejores juristas italianos, que llega acá a comienzos del siglo XX, sin conocer el español, no se queda en Buenos Aires, se va al campo, a Alcorta, donde está el hermano cura, Pascual, el ideólogo, ejerce con éxito la abogacía, y termina escribiendo en español como Flaubert y se pone al frente de la lucha agraria, cumpliéndose en él ese destino trágico del héroe: primero intentan seducirlo, luego sobornarlo, luego perseguirlo, y finalmente, como nada de eso funcionó, lo matan. Y hay otra cosa que me cautivó y es el libro que Pedro escribió con Mempo La Argentina agropecuaria: yo creo que para construir un país deberíamos tener diez libros así, uno para cada cuestión esencial de la Nación. Diez grandes temas, diez libros…

—¿Cuál es la matriz del libro?

—Peretti: El latifundio. La derecha fue y sigue siendo muy astuta en castigar y perseguir al dirigente que se meta con ese tema. Fijate la sobrerreacción contra Grabois hace poco tiempo. Hay periodistas o políticos diciendo que el latifundio no existe en la Argentina. Los dos mil latifundios que hay efectivamente en el país son la matriz de la inequidad en la distribución de la riqueza y sobre todo, del encarecimiento de los alimentos en un país que produce alimentos para cuatrocientos millones de personas, y no puede alimentar a quince millones de pobres. Te recuerdo que el principal tema de infamia a Perón fue el latifundio, porque Perón hace, inventa, por primera vez cincuenta mil arrendatarios.

—Bielsa: En la novela Stoner, de gran éxito y calidad, John Williams demuestra que en Estados Unidos el latifundio fue desalentado desde el primer momento en que se colonizó su país. El gobierno norteamericano, desde su origen, nunca permitió la apropiación o distribución de grandes extensiones de tierra, y entonces no tienen esa clase agraria conservadora y parasitaria que vive de arrendar la tierra y subarrendar y aprovecharse de la plusvalía del trabajo ajeno, mientras el estanciero se iba a París con la vaca en la bodega del barco. Igual hay que recordar que la Argentina es “perito en desórdenes”: somos una nación que generó la Semana Trágica, generó el Grito de Alcorta, es decir, hacemos el desorden, pero luego nunca terminamos de sistematizar las nuevas conciencias e ideas. En EEUU hicieron el desorden de la Guerra de Secesión pero luego el resultado de la guerra se llevó a la colonización de las tierras.

—Este tema crucial es muy poco debatido en el país...

—Peretti: Bueno, imaginate que el presidente de Coninagro, hoy, dice que no hay latifundios. Perón expropió a los herederos del coronel Rauch el campo El Albardón y repartió esas tierras en minifundios. En 1984 dos diputados del PI quisieron ordenar un remanente de esas tierras y la revista Gente les hizo una campaña de difamación porque habían dejado de pagar dos tanques de nafta en una estación de servicio de Rauch. Lo que no debemos es olvidar aquello que sí o sí hay que recordar.

—Bielsa: Las redes sociales, los medios, también tienen la negatividad de aislar al atacado o perseguido. Las redes devoran al individuo perseguido y es importante seguir teniendo contacto real, personal, con los compañeros y las instituciones. Ese es un procedimiento perverso, crearle al perseguido una telaraña donde queda solo.

—¿Y la cuestión de la corrupción?

—Peretti: Justamente, ahí aparece también el tema del “honestismo”, esos personajes —como Carrió— que atacan todo un proceso político por un hecho aislado de corrupción, y además apropiándose de la credibilidad, como si tuvieran el royalty de la decencia. Y el honestismo sirve para encubrir la inoperancia política, por ejemplo, en Santa Fe tenemos cincuenta y cuatro puertos privados a la veda del Paraná que tributan 0,50 % de ingresos brutos y el quiosquero de la esquina paga 2,50 %. El honestismo lo usan para eso.

—Bielsa: En un ambiente donde la infamia o difamación precede los debates, eso anula la posibilidad de construir. La honestidad nos precede, se tiene o no se tiene, no se enarbola. A mayor fragilidad institucional, mayor Lawfare, y viceversa. O sea, las instituciones —aunque falibles—son mejores que el Lawfare. Entonces la solución es fortalecer a las instituciones. El periodismo comprado no debe ser más, allí están las listas de los periodistas que cobraron de la Side. Se arma todo como una unidad de acción, el acting (los bolsos de López), filmados en directo, de ahí pasa a la Justicia con citación a indagatoria y prisión efectiva sin condenas, y luego esa contigüidad perversa de que el delito de un funcionario contamina a todo un gobierno.

—Finalmente, en la conclusión del libro está el asunto de lo que queda: el desaliento o el aliento.

Bielsa: El objetivo de la Lawfare es el desaliento, el aislamiento, el ninguneo. La frase de Deleuze, el poder busca la tristeza y la desmoralización de los soñadores o luchadores.

—Peretti: Hablamos mucho de Netri o Juan B. Justo, pero el caso de Francisco Capdevila —que es el gran ideólogo de Alcorta-—es el olvido, el ninguneo: de Capdevila no quedó ni una foto, el castigo para él fue la desaparición. Capdevila quedó como una sombra, un fantasma, y fue, a mi entender, el más puro y decisivo de los militantes del Grito.

—Bielsa: Pero queda el aliento, y la prueba es que hubo 2019. Que Cristina tuvo una entereza única, tuvo una Lawfare similar a Lula, pero Cristina no fue presa. ¿Por qué? Por su entereza, su dignidad, soportó ocho indagatorias en un día, inédito… y siempre estuvo a derecho. Pero también, por la correlación de fuerzas, el kirchnerismo dejó una base militante muy fuerte. Cuando libran la orden de detención de Lula, Lula pregunta cuántos militantes había afuera, y eran cinco mil. Entonces se entregó. Cuando citaron a Cristina la primera vez hubo un millón. Allí estuvo y sigue estando el aliento también, pero hay que pensar en formas de diálogo con ese cuarenta por ciento de argentinos que siguió votando a su verdugo. El aliento pasa por demostrar que volvimos mejores, que no solo no habrá Conadep de periodistas sino que las garantías que no se le dieron a Timerman o a De Vido, se le deben dar a Stornelli o a quien corresponda.

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