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EN EL DÍA MUNDIAL DEL AMBIENTE, QUÉ INDICA LA HUELLA HÍDRICA DE LA PRODUCCIÓN EN LA ZONA NÚCLEO ?

Argentina presenta huellas hídricas para cultivos extensivos mucho menores al promedio mundial, pero ¿es esto una ventaja comparativa?.

A lo largo de gran parte de la historia, y en especial a partir de la revolución industrial, el ser humano concibió la idea del ambiente como fuente inagotable de recursos que solo servía para proveer materias primas para la producción. Esta concepción, que hoy sabemos errónea, llevó a la degradación de incontables ecosistemas y a la pérdida de muchos servicios que estos aportaban.

Actualmente, casi el 70% de la población mundial habita ciudades, viviendo según un modelo de consumo que implica un gran impacto ambiental, una explotación muy intensa de recursos naturales para abastecerse, una gran demanda de alimentos, energía y agua, un gran incremento de la contaminación atmosférica y la generación de una cantidad increíble de residuos.

Es común, también, percibir los problemas medioambientales como algo ajeno y externo ya que estos todavía no presentan un impacto directo en la rutina diaria de las personas y por lo tanto no involucrarse activamente para resolverlos.

Los 3 tipos de huella

Existen 3 huellas de consumo ideadas como indicadores ambientales para lograr establecer el impacto de una persona, un producto o una cadena productiva en el ecosistema.

La huella ecológica indica la cantidad de hectáreas necesarias para producir un bien o servicio, la huella de carbono realiza un inventario de los GEI que se liberan o se producen para obtener determinado producto y la huella hídrica, que contabiliza la apropiación de agua dulce de un proceso productivo.

Esta última es la menos conocida, pero no por eso menos importante. La huella hídrica surge de la suma de 3 componentes fundamentales:

  • La huella verde es el agua dulce proveniente de lluvias o almacenada en el suelo. Si bien esta huella ocupa un lugar muy importante en la producción agrícola, es inexistente en la producción industrial ya que esta no puede depender de las precipitaciones.

  • La huella azul es el agua dulce proveniente de napas o acuíferos, extraída y consumida en el proceso productivo.

  • La huella gris es la cantidad de agua necesaria para contrarrestar el efecto del efluente restante contaminado del proceso productivo. Es el agua dulce contaminada en el proceso y lo que se necesita para minimizar su impacto.

La producción agrícola en Argentina tiene una huella mayoritariamente Verde, ya que es totalmente dependiente de las precipitaciones que ocurren a lo largo del país. En zona núcleo para producciones extensivas, no es común el uso de riego, por lo que la huella azul puede ser considerada cero. La huella gris dependerá del paquete tecnológico utilizado, pero suele contabilizarse en función del fertilizante nitrogenado aplicado, por lo que, si bien para cultivos como la Soja es muy pequeña, para cultivos como el trigo es enorme. Según la bibliografía existente, Argentina presenta huellas hídricas para cultivos extensivos mucho menores al promedio mundial, pero ¿es esto una ventaja comparativa?, ¿podría convertirse en una ventaja competitiva? Si bien esto indica una buena correlación entre el rendimiento y el aporte de agua, denotando una gran eficiencia en el uso del agua, una menor HH no siempre indica menor impacto ambiental ya que no asegura que no haya riesgo de déficit hídrico en la cuenca evaluada.

La disponibilidad del agua es condicionante de la productividad, y si bien existen zonas en Argentina que no tienen limitantes, hay muchas otras que si. Hacer un uso eficiente del agua, regando en momentos estratégicos y conociendo las necesidades netas de agua de los cultivos para permitir la expresión del rendimiento potencial se vuelve fundamental para minimizar el impacto ambiental de la principal producción del país.

  • Con las herramientas que se cuentan hoy en día, es fundamental la adopción de normas y estándares que utilicen como indicador la HH en la producción de cultivos extensivos, lograr realizar evaluaciones comparativas en el sector y entre las diferentes regiones del país, establecer metas de reducción a nivel nacional y construir estrategias de acción colectiva a nivel de cuenca para minimizar el riesgo hídrico.

El cuidado y la eficiencia de uso del agua, en la región productora núcleo del país, al no ser una limitante real en la actualidad, suele desestimarse o no recibir la importancia que merece. Con el calculo de indicadores como la HH puede conocerse el límite productivo de un territorio y optimizar el uso del recurso para mejorar rendimientos.

Es de suma importancia comenzar a vincular las políticas publicas agrícolas con el índice de presión hídrica, que indica la relación entre el agua verde disponible y la HHv para determinar el impacto ambiental frente a la ampliación de la frontera agrícola y la intensificación de la producción, dos procesos en evolución constante en los últimos años.

* Estuadiante de agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA)

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