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COMUNICADO DE LAS PERSONAS QUE TRABAJAN Y VIVEN EN LAS ISLAS

El motivo que nos tiene reunidos es hacer escuchar otra voz. Como consecuencia de los sucesos ocurridos en este último tiempo, y me refiero a los incendios en las islas, se han alzado muchas voces. Algunas de ellas responsabilizando a los productores ganaderos, acusándonos de depredar el ecosistema solo por un interés económico, y diciendo que somos insensibles respecto a los daños que producen estos incendios a nuestros vecinos de Rosario. La voz que queremos que se escuche es la voz de los que vivimos y trabajamos en las islas, porque somos las principales víctimas de este atentado contra la naturaleza, contra nuestro hogar.

La actividad que desarrollamos tiene más de cien años de antigüedad en las islas, y esa es la prueba cabal de que la ganadería extensiva no afecta al ecosistema, sino que ya es parte de él. Después de cien años de ganadería, la flora y la fauna de las islas sigue sin alteraciones a pesar de que la carga de ganado era de cientos de miles de vacunos, tal es así que hasta Rosario apoyaba la actividad, integrándose a la misma con sus bretes municipales, donde se desembarcaba toda la producción. En esa época floreciente de la ganadería, donde se trabajaba intensamente, no se producían incendios como hoy en día, siendo que en la actualidad la cantidad de ganado que hay no llega a ser el 10% de lo que había entonces. No era necesario para la actividad, como no lo es ahora, y es por eso que afirmamos rotundamente que no somos los ganaderos los que producimos estos incendios. Todo lo contrario, estos fuegos nos perjudican, quemando alambrados, instalaciones, viviendas, y poniendo en riesgo la vida de los que habitamos en la isla. Por otra parte, es ilógico pensar que vamos a quemar las reservas de pasto que tenemos para pasar el invierno, que son la única fuente de alimento para el ganado hasta la siguiente primavera.

Se habla de que la quema de pastizales es una práctica ancestral, y no es cierto. Se acostumbraba a hacer algunas quemas de limpieza, y quema de pajonales, pero no en esta época del año. Se hacía a fines del invierno para que el ganado consuma el rebrote tierno de la primavera, pero tampoco se trataba de incendios generalizados de esta magnitud, donde se elimina todo lo que tenemos como recurso forrajero.

Por la dimensión de las zonas afectadas que llegan a extenderse a tres provincias, la cantidad de focos de incendio que se producen casi simultáneamente y la irracionalidad de estos sucesos, esto no es una quema de pastizales, esto es un atentado regional, un atentado contra el ecosistema, y nosotros somos parte de este ecosistema. Nosotros somos víctimas directas de lo que está pasando.

Como consecuencia de esta situación, surgieron esas voces que mencionamos al principio hablando de nosotros, pero no como víctimas, sino como victimarios. Sin consultarnos, sin preocuparse por lo que estamos padeciendo. Se refieren a nuestras tierras como “humedales”, que si bien lo son, el término es muy genérico y abarca muchos tipos de suelos. Pero nos están invisibilizando. Las islas no solo son suelo, tenemos identidad propia y estamos orgullosos de ella. Tenemos nuestra propia cultura, tenemos costumbres, tradiciones que se mantienen a través de muchas generaciones. Es así como siempre hemos vivido, respetando la naturaleza, conviviendo en armonía con toda la flora y fauna de las islas, y cuidándola, porque de ella dependemos. No van a encontrar un solo Islero que diga “me voy para los humedales”. No van a encontrar una sola canción que hable de “los humedales”; hablan de la isla, de nuestras costumbres, de nosotros. Y cuando decimos “nosotros”, no hablamos de ganaderos o dueños de islas. Somos lo mismo, somos isleros, estamos codo a codo, propietarios, ganaderos, peones, encargados, puesteros, y todos los que vivimos en este lugar. Queremos exactamente lo mismo que los Rosarinos, que las agrupaciones ecológicas, que los que aman la naturaleza. Queremos que este ecocidio termine y no se produzca nunca más.

Exigimos a las autoridades que en vez de culparnos injustamente y planificar sobre nuestras vidas y nuestros bienes, dispongan de los recursos necesarios para cuidarnos y encontrar a los responsables de esta catástrofe ecológica. Esto no se origina por el accionar de productores, ni por cazadores ni por turistas desaprensivos. Estos atentados son originados y ejecutados por algún grupo ideológico que pretende desestabilizar, enfrentando a los productores, a los propietarios, a los isleros en general con el resto de la sociedad. Dado que no son unas pocas propiedades las involucradas en este hecho, sino toda una región que incluye también dominios fiscales, cabe exigir a las autoridades que nos brinden el marco de seguridad necesario para que esto no se produzca otra vez, ya que es su obligación.

Pedimos que esta situación se maneje con fuerza y premura, pero con la conciencia y prudencia necesarias para no estigmatizarnos. Todos queremos lo mismo.

*Que la lucha por la depredación nos encuentre unidos*

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